lunes, 26 de diciembre de 2011

La compasión pagana, de Daniel García Florindo

La compasión pagana (Estudio-Antología de la poesía de Juan Bernier) es eso, un libro en donde se hace un estudio profundo de la poesía de Juan Bernier, llevado a cabo con gran acierto por el poeta Daniel García Florindo. Está publicado por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba y por Córdoba 2016. Se trata de un estudio en donde se pone de relieve el prestigioso poeta que era Bernier, hombre fundador del grupo poético Cántico, hombre de gran cultura que nos dejó un legado poético a  la altura de los grandes poetas del siglo XX.   
Como dice García Florindo "Bernier es un poeta sensorial y ético profundamente reflexivo y comprometido que cultivó la poesía como medio de expresión de una verdad íntima muy ajeno a cualquier postura o impostura. Una poesía coherente con el individuo que fue, una poesía que lo define en un aspecto fundamental: el valor de la vida en sí misma. De ahí nace la moral de la compasión por aquellos que no pueden disfrutarla y por él mismo, que como todo ser humano tiene que enfrentarse a la muerte. De ahí que sean grandes temas universales los que acompañan a Bernier en toda su obra: la vida, el amor, el hombre, la muerte o Dios. En fin, interrogantes trascendentales, conflictos humanos a los que se enfrenta desde la razón, desde una postura limpia y heterodoxa, indagadora no ya en el pensamiento de un filósofo, sino en el sentir de un hombre que escribe poesía. Podríamos decir que la poesía de Bernier va adelgazando en la forma y aumentando en aire metafísico como una hermosa cuerda que va deshilachándose mientras gira en el tiempo de la vida hasta convertirse en una hebra luminosa y esencial."
Les dejamos con uno de los tantos hermosos poemas del libro Poesía en seis tiempos:

PERMITID, SEÑOR


Permitid, Señor, un poco de lujuria en este mundo.
Permitid que el roce de los labios sea caliente levadura,
permitid que las pupilas del luto del deseo se hundan en el pozo de otros ojos,
permitid que la mano del osado amante palpe la sangre ajena estremecida.

Dejad hervir la entraña de los machos sobre la piel desnuda,
dejad el juego de los adolescentes labios bucear en los senos de los lirios,
dejad las vírgenes con su secreto fuego ardiendo en piras escondidas,
dejad los muslos de los verdes tallos mezclarse en llamas
de tacto, en apretadas lianas de caricias.

Que el rubor se desnude enteramente y
la escultura
surja de tactos y torrentes,
que los zumos de ojos exprimidos y de brazos
manen de fuentes secretas y de labios.
Permitidlo, Señor, que ya sufrieron sus penas los humanos,
que ya, bastante, la carga duró sobre los hombros.

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