domingo, 23 de mayo de 2010

Entrevista a Ana Istarú

Ana Istarú tiene una volcánica vitalidad en la sonrisa y un talento primitivo en su mirada generosa que trasciende en contacto con el mundo.
Nos encontramos en el hall del hotel Hesperia de Córdoba donde con toda amabilidad me concede esta entrevista.
FSM.- Ana Istarú. ¿De dónde viene ese apellido?
AI.- Bueno, yo soy escritora y actriz costarricense y mi nombre en realidad me fue impuesto por mi padre a la edad de ocho años. Él era ingeniero y quería que yo fuera poetisa, ya que de alguna forma él fue un poeta no realizado. Pero eso tiene una gran complicidad entre nosotros. Y el Istarú es un nombre indígena costarricense. Es el nombre de un volcán. Él me bautizó de esta manera y desde que publiqué mi primer libro a los 15 años he firmado así.
FSM.- Preciosa historia. ¿Qué te parece el evento que estás viviendo de Cosmopoética?
AI.- He participado en muchos festivales de poesía afortunadamente, pero esta edición de Cosmopoética en la que participo aquí en Córdoba y que es la primera vez en que tengo ocasión de hacerlo, me ha dejado muy gratificada porque veo que hay una selección muy rigurosa de los poetas invitados lo que me permite conocer la obra y a los autores de una elevada estatura literaria y al mismo tiempo de que participamos del ambiente de gran calidez y fraternidad al no ser multitudinaria la asistencia. Hay conocimiento bueno entre los autores. Y bueno, la generosidad y la calidad del pueblo de Córdoba no es más que la cereza del pastel en este sitio lleno de cultura, de historia y de belleza en cada esquina.
FSM.- ¿Has tenido la oportunidad de conocer algo de la ciudad de Córdoba?
AI.- Bueno, nos han permitido entrar a los patios. Nos han llevado a una visita a la mezquita que me ha impresionado mucho. Ha sido como una conmoción interna. Claro, porque yo no soy una persona mística para nada, pero la ubicación de uno como individuo en ese espacio que se multiplica hacia todos lados, lo catapulta a uno en sensaciones de infancia, se siente uno al mismo tiempo sublime, insignificante, o sea genera sensaciones muy encontradas. Y me impresionó muchísimo. Y la belleza de Córdoba pues es una verdad innegable que no sólo está en sus atracciones turísticas. Estará en detalles de la vida cotidiana que ustedes toman como normales, pero que para quien viene de afuera lo percibe en toda su intensidad, desde la placidez con que la gente festeja, esa actitud epicúrea ante la vida, la actitud de gozo que tienen en general y la mansedumbre y la calidez de la gente es algo que hace de esto un sitio único.
FSM.- Ana, hablemos algo de tu poesía. ¿Cuándo empiezas a escribir y cuántos poemarios has escrito?
AI.- He publicado 6 poemarios. El primero lo publiqué a los quince años por la devoción que mi padre sentía por lo que yo escribía. Él fue quien me impulsó, quien me formó literariamente, ya que a los ocho años empezó a ponerme en contacto con los grandes poetas del Modernismo y me enseñó a moverme con soltura en la métrica clásica. Me enseñó las distintas formas en que se puede usar, la estructura del soneto con distintos versos métricos, las distintas rimas, los cambios que hay, versos quebrados, encabalgamientos. Me enseñó una serie de conocimientos que a los once años me ahorró mucha escuela, me formó el oído, me puso en contacto con buenos autores. Y hoy día soy una persona versolibrista, pero que tiene esa escuela, es decir, pasé por esta especie de academia personal muy cargada de afecto que me brindó mi padre.
FSM.- De todos tus poemarios con cuál te encuentras más satisfecha.
AI.- El que me ha dado más a conocer es La estación de fiebre que publiqué a los 23 años, que es un poemario de corte erótico, que tiene mucha influencia de Miguel Hernández, y a través de él también de la poesía del Siglo de Oro al tiempo que también hay ecos de la poesía conversacional exteriorista de la época en Centro América. Dos cosas muy opuestas, pero que de alguna forma dejaron su impronta en mi escritura. Y es un poemario amoroso en el que la mujer se presenta como un ser activo, no sólo como objeto de belleza. Y el objeto de deseo y al que se le rinde homenaje es el varón y el cuerpo del varón. Entonces este libro se publicó con mucho éxito y con su pequeño escándalo en la Costa Rica de los 80, y después, posteriormente fue publicada aquí por Ediciones Torremozas en Madrid, y también por la colección Visor.
FSM.- Y escribir poesía, ¿por qué? ¿Qué te lleva a escribir poesía? ¿Qué buscas en la poesía?
AI.- Yo pienso que la poesía para mí, que soy actriz y que he escrito teatro, y que he escrito en otros géneros, la poesía permite decir aquello que ninguna otra cosa hace posible, alcanza una altura que ningún otro género alcanza. Quizás porque afecta lo racional, pero a través de lo emotivo y de lo sensorial. Bueno, a veces puede tener la misma relación que con la música. La música nos permite ubicarnos en el establecimiento exacto en el que nos encontramos y que ninguna palabra puede expresar. La poesía es la música de la lengua. Y creo que nos afecta de esa manera, bueno, que no puedo traducir con más palabras.
FSM.- Como eres dramaturga, y con éxito, ¿qué relación puede haber de fondo entre la poesía y la dramaturgia?
AI.- Pues no lo sé. Lo curioso es que hay poetas como Lorca, como Brecht, como Lope, como Shakespeare, (hay más casos que ahora no me vienen a la mente) en que se da claramente esta disposición del escritor que escribe poesía y también escribe teatro. Y no incursionar en la prosa, en la narrativa. No lo sé por qué, pero quizás son artes de síntesis, quizás tienen ese gran énfasis de apelar a lo emocional. No lo podría definir, pero la poesía en el teatro, según mi criterio, no debe estar en la belleza del lenguaje porque el teatro más que lenguaje es acción. Entonces quizás la poesía del teatro estaría en las acciones que desarrollan los personajes. Eso se ve claramente en Lorca, que aunque tiene un lenguaje bellísimo en esos personajes, la poesía está en la tesitura de los actos. Es un tema largo. Es que las preguntas que me haces son enjundiosas y podríamos estar aquí todo el tiempo hablando de eso.
FSM.- Eres actriz.
AI.- Soy actriz de teatro y soy dramaturga. Obtuve el premio María Teresa de León en Madrid para autoras dramáticas. Obtuve el premio Hermanos Machado de Sevilla. Entonces las obras que ganaron, ambas comedias están publicadas aquí en España. Una se llama Hombres en escabeche que es la que obtuvo el galardón sevillano, y la otra se llama Baby woman en el paraíso. De esta última se han hecho unos 6 montajes aquí en España. La mayoría profesionales, sobre todo en Málaga, en Zaragoza, en Pamplona, en Santiago de Compostela.
FSM.- ¿Has trabajado para la TV como actriz o sólo has trabajado en teatro?
AI.- En teatro he hecho muchos clásicos contemporáneos. He protagonizado La dama boba de Lope de Vega. Hice el papel de la novia en Bodas de sangre, de García Lorca. Masha en Las tres hermanas de Chejov. He trabajado en obras de Woody Allen de autores norteamericanos contemporáneos, pero también he incursionado en la televisión en mi país. En Costa Rica protagonicé una serie de ficción sobre la familia. Y por año y medio estuvimos transmitiendo.
FSM.- Volviendo a la poética, dime, tú que has debido viajar por muchos otros países latinoamericanos, ¿hay diferencias entre unos y otros o hay muchas similitudes desde el punto de vista de la poético?
AI.- Sí hay diferencias, curiosamente. Hay países en los que la mayoría de los países latinoamericanos en los que ha habido una urgencia por parte de los autores por transmitir un mensaje, por vehicular una idea a través de la poesía que a veces puede ser, incluso nociva porque se descuida la experimentación, se descuida todo lo que es el tratamiento formal, pero también esa urgencia por transmitir al lector una emoción que lo afecte con esa necesidad de cambiar una realidad ha sido muchas veces muy convulsa a nivel político, a nivel económico, a nivel tradiciones. A veces esa fuerza, incluso es la que le da el aliento vital que le permite adquirir una intensidad esa expresión estética. Entonces es un arma de doble filo. Lo que quiero decir es que quizás es una poesía a veces que se ensucia más las manos, que tiene una voz menos afinada, pero que tiene mucha entraña, mucha tripa, mucha fuerza. Hay poesías de otras latitudes, no necesariamente la española, porque la española ha tenido de todo. Pero haciendo una temeraria aseveración podría decir por ejemplo que la poesía mexicana muestra una preocupación más sostenida por el aspecto formal . Sí, una cosa no va en detrimento de lo otro. Estoy haciendo unas explicaciones un poco toscas, pero sí se siente, en la poesía se huele un poco el pasaporte, la nacionalidad.
FSM.- ¿Crees que la poesía debe tener un fin en sí misma? ¿Qué fin debe tener la poesía si es que debe tener un fin en sí misma?
AI.- La poesía como el arte en general creo que el fin que debe tener es hacer más feliz a los seres humanos, sensibilizarlos de tal manera que hagan la existencia más placentera. Que permita a la persona modificar su sensibilidad o brindarle satisfacción. Hacerlo mejor persona, mejor ser humano. Es tan sencillo como imaginar qué sería un mundo sin poesía.
FSM.- ¿Qué significa, qué lugar ocupa en tu vida la poesía?
AI.- Bueno, está el nexo afectivo con mi padre. Antes escribía para mi padre. Pero bueno, ahora que él no está es como si escribiera para mí, y a través de la poesía que dirijo hacia mí, la dirijo hacia los demás. Toda poesía pretende en algún momento, aunque sea póstumamente ser leída por alguien, sensibilizar a alguien. Yo escribo poesía y en el momento de escribirla hay un poso egoísta, me procura un placer, el mismo placer que debe procurar, qué se yo, la maternidad o que puede procurar algo que se crea para el intelecto. La idea es que de ser un placer egoísta pase a ser una forma de comulgar con los demás.
FSM.- Ana, te estoy muy agradecido por tus palabras y que me hayas concedido esta entrevista. Muchísimas gracias.
AI. Gracias a vos.

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